La hipersensibilidad o piel sensible es una reacción inmunitaria que produce una patología con diversas reacciones en nuestra piel. Las principales afecciones son enrojecimiento de algunas partes de nuestra piel, así como pruritos (picores), eczemas, piel seca y áspera, llegando a producir descamación, zonas irritadas y con tendencia incluso a inflamaciones. Estas molestias pueden acentuarse a la hora de entrar en contacto con algún producto al que se le tenga además alergia.
Patologías
Rosácea: Esta afección provoca zonas enrojecidas en el rostro sobre todo en mejillas y nariz. A veces llega incluso a producirse abultamientos en la piel , algo similar al acné.
Cuperosis: Es algo similar a la rosácea, pero se aprecia considerablemente las dilataciones de los vasos sanguíneos.
Acné: Es un trastorno de la piel en la que se ocasiona pequeños abultamientos con pus.
Dermatitis atópica: La principal característica es una piel con falta de hidratación, aparecen zonas irritadas, desescamaciones y picores.
Dermatitis seborreica: Esta dermatitis afecta principalmente al cuero cabelludo, pero puede afectar también a la cara, nariz, orejas, incluso en el cuerpo.
Hay muchos factores que causan esta hipersensibilidad
Una piel blanca y fina por naturaleza tiende a ser más sensible ya que su barrera protectora es más escasa.
Una alteración en el ph de nuestra piel. Influye el paso de los años, nuestra piel envejece. Tampoco debemos abusar de productos para nuestro aseo diario, ni de un exceso de nuestra higiene personal. Las duchas de agua muy caliente también inciden.
Algunos productos sintéticos en cosméticos.
Exceso de medicación. Tratamientos contra tumores.
Contaminación atmosférica, cambios de temperatura.
Consumo de alcohol, tabaquismo, estrés.
Estos y algunos más influyen a la hora de tener una piel más saludable. ¿Cómo podemos tratar una piel hipersensible?
Una piel sensible requiere un tratamiento más complejo. Debemos empezar por cambiar el chip y adaptarnos a una serie de cuidados un tanto especiales que harán que nuestra piel recobre firmeza y nos afecte en la menor medida posible todos los factores agresivos.
Llevar una dieta equilibrada y evitar la leche de origen animal y el gluten.
La protección solar es fundamental, las pieles sensibles tampoco toleran en absoluto las altas o bajas temperaturas y sobre todo los cambios bruscos.
Empezar a usar productos libres de ingredientes sintéticos.
Hidratar constantemente nuestra piel interna y externamente, a poder ser con productos naturales y puros 100%.
Evitar el consumo de alcohol y tabaco.
¿Qué productos cosméticos debo usar?
Ante todo, los productos deben ser naturales, sin derivados del petróleo y a ser posible ecológicos.
El aceite de jojoba es un gran aliado de las pieles sensibles, regula perfectamente el ph y consigue reducir considerablemente estas molestias tan incómodas.
Aceite de caléndula, un clásico entre los aceites para pieles sensibles.
Aceite de comino negro, uno de los grandes a la hora de mitigar estas irritaciones. Perfecto para aliviar picores.
La manteca de karité es muy bien tolerada por nuestra piel regenerando todas las imperfecciones.
El aceite esencial de manzanilla es calmante y actúa de una forma extraordinaria en cualquier afección de piel.
Además, existen otros aceites esenciales muy apropiados para pieles sensibles como la lavanda, rosa damascena, geranio, árbol de té, etc.
¡Trata tu piel con compuestos orgánicos para una mejor calidad de vida!